LA SOMBRÍA INFANCIA


Ahora que estoy viejo, mi infancia es una zona sombría y lejana salpicada de pequeños recuerdos luminosos.  La gente suele  confundir ese combo siniestro con una larga vivencia  feliz y termina por atribuir a toda esa primera etapa de su vida un halo de satisfacción en verdad mayormente inventado.
Mi infancia, fue, pués digámoslo sin avergonzarnos,  una serie de experiencias horribles, de las que necesitaría rescatar algo de alegría. Creo que no lo lograré.
Transcurrió en Viena, una ciudad antigua y estrecha, en la que los viejos se la pasaban chistando y los niños desobedeciendo, con una cuota de miedos por ambas partes, y secretos inconfesables que oscurecían y anulaban toda comunicación auténtica y todo amor.


Debajo del piano de cola
tuve un mundo misterioso
yo ese niño solitario,
lo recorro en la memoria
rosas chinas de la muerte
crecen en mi apartamento
herencias de amor sin nombre
rosas chinas emigrantes
que me rozan cuando paso
no las corto ni las toco
y miran por la ventana
como un bambú del suburbio.
Te recuerdo embarazada
murmurabas por lo bajo
una nena nos espera
pensarás que hereda culpas
o asociaciones libres,
muchas sillas hay en casa
y nunca sirvieron de asiento.
Te recuerdo Amelia
las macetas mojadas
tus ojos violeta y miel
que hoy me siguen faltando.
Siesta flequillo y sandalia
Luego me traés la palabra
y la tomo y me la guardo
y luego le doy la espalda
y me escapo en el viento


JH 24/I/13

MI PADRE HOY TENDRÍA 115


Miro una vieja foto de mi padre
en ella tiene menos años que yo,
sonríe orgulloso de su dentadura
que hasta los setenta conservó.
 
Hoy competimos por la longevidad
el hijo junto al padre a esta altura
el humo del puro que esta noche fumo
cuarenta años me esperó en su escultura.
 
Miramos a mis hijos, a mis nietos,
los gestos similares del mentón
la preferencia por las pelirrojas,
de aquella y de mi generación.
 
El pelo aprendió a caer del mismo modo,
la vieja barba crece a igual velocidad.
Las uñas y las manchas de pigmento
delatan lo que les confió la edad.
 
Su Estrella de David, mi única herencia
colgada del reloj de su bolsillo,
allí se encuentran nuestras dos miradas
ahí se reúnen nuestros dos destinos,
en el abrazo de dos hombres perseguidos. 
 
JH 27/01/2013