OTRAS VECES


Cochabamba experiencia noche bien saludada
casa del Rocha ahí nomás cruzando la selva
llevarme de la mano entre charcos traidores
y las hojas que me siguen golpeando la cara.
vivir la autopista y el ladrido de perros
entre carros deshechos y vino de arbustos
con las etnias de siglos protegiendo a los blancos.


También está eso, la Salta de empanadas
donde empiezan los viajes a la música coya
al charango a la quena y al buen acuyico
a veces ilusos, otras veces perdidos.
mágico religioso, Cachi Cafayate
seco pasa el aire ocre y compadrón
desordenadas baladas del Cuchi Leguizamón.


Pasar por Tarija y trepar a La Paz,
ese fiero partido de la guerra pulmonar,
desayuno de cóndor y sorojche en el Alto
y las veredas mestizas de la estrecha ciudad.
Allá me alojé, me cuidaron cristianos,
con rituales eternos y generosidad
los puestos del mercado me vendieron el pan.


Tampoco me olvido de Santa Cruz de la Sierra
con los ojos tapados la puedo caminar
sus olores, sus anillos, sus piedras coloniales
fueron mi patria, mi refugio, mi teatro, mi hogar.
Los jueves salia con los otros solteros
a revolear el poncho y porque no a conquistar.
Mis risas en el "Chaplin" eran felicidad.


Bolivia cierra el círculo de mis nuevos amores
ella me elige siempre para ser uno más,
llego por Viru Viru y se me abre el alma
adiós a las angustias y empieze el carnaval.
Con Sucre de bandera, el Teatro de los Andes
y el Evo mensajero que me pateó un penal.
De forastero llego y me nacionalizo ya.


Jorge Hacker Bs As 16-III-12

UN DÍA EN MINNEAPOLIS


Un día en Minneapolis me acordé de Argentina
comparé la vereda y su metro y medio de nieve
con la ardiente navidad tropical de mi casa.
Esa noche comí en el restaurante Hawai
las mozas servían en minifaldas de paja
los mojitos caribeños recordaban a La Habana
afuera el viento polar congelaba el aliento.


Un día en París con Piazzola del brazo
Disfruté del coro cosaco en la catedral ortodoxa
Y junto a las galochas de un exiliado zarista
Probé un zubrovka helado y arenques.
Mañana de domingo en un ruso olvidado
Afuera paseaban los ricachones de Klebér
Francia me sonaba más lejana que Oriente.


Un día allá en Viena recorrí mi vieja calle
Aquella que de chiquilín me llevaba al Danubio
Nunca sospeché la zeta de mi destino
ni que a los ochenta me seguiría despidiendo.
Mi escuela el Max Reinhardt hoy irreconocible
Al que un día volví para hablar de teatro
Y buscar las huellas de las botas asesinas.


Un día amanecí en Nueva York con asombro
Crucé la cuarenta y dos y me sentí una hormiguita
Los rascacielos me apretaban las sienes, los ojos,
Las nubes patinaban sobre las azoteas.
Seguro de estar en el centro del mundo
Cargué mi cerebro de promesas salvajes
Juré que a esa ciudad jamás la dejaría.


Bebí algún tinto con la Piaf en el offstage del Olympia
y en Barbés Rochechouart con Stan Getz la cerveza
comí con Thelonius en el Gran Vatel una noche
me reí con Gene Kelly en un club de travestis.
Tuve suerte, me tocaron años de aventura,
Berlin Viena Paris me besaron la boca,
sin buscar encontraba los tesoros de Morgan.

Una soprano negra arrulló mis sueños al alba
en el Hotel du Sud, con un baño por semana.



Buenos Aires - 15 de marzo de 2012