UN DÍA EN MINNEAPOLIS


Un día en Minneapolis me acordé de Argentina
comparé la vereda y su metro y medio de nieve
con la ardiente navidad tropical de mi casa.
Esa noche comí en el restaurante Hawai
las mozas servían en minifaldas de paja
los mojitos caribeños recordaban a La Habana
afuera el viento polar congelaba el aliento.


Un día en París con Piazzola del brazo
Disfruté del coro cosaco en la catedral ortodoxa
Y junto a las galochas de un exiliado zarista
Probé un zubrovka helado y arenques.
Mañana de domingo en un ruso olvidado
Afuera paseaban los ricachones de Klebér
Francia me sonaba más lejana que Oriente.


Un día allá en Viena recorrí mi vieja calle
Aquella que de chiquilín me llevaba al Danubio
Nunca sospeché la zeta de mi destino
ni que a los ochenta me seguiría despidiendo.
Mi escuela el Max Reinhardt hoy irreconocible
Al que un día volví para hablar de teatro
Y buscar las huellas de las botas asesinas.


Un día amanecí en Nueva York con asombro
Crucé la cuarenta y dos y me sentí una hormiguita
Los rascacielos me apretaban las sienes, los ojos,
Las nubes patinaban sobre las azoteas.
Seguro de estar en el centro del mundo
Cargué mi cerebro de promesas salvajes
Juré que a esa ciudad jamás la dejaría.


Bebí algún tinto con la Piaf en el offstage del Olympia
y en Barbés Rochechouart con Stan Getz la cerveza
comí con Thelonius en el Gran Vatel una noche
me reí con Gene Kelly en un club de travestis.
Tuve suerte, me tocaron años de aventura,
Berlin Viena Paris me besaron la boca,
sin buscar encontraba los tesoros de Morgan.

Una soprano negra arrulló mis sueños al alba
en el Hotel du Sud, con un baño por semana.



Buenos Aires - 15 de marzo de 2012

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