EL GALILEI DE BRECHT: UN POLÍTICO DE LA ERA CIENTÍFICA

Texto publicado en 51 9 10 Revista del Teatro Argentino de la Plata

EL GALILEI DE BRECHT: UN POLÍTICO DE LA ERA CIENTÍFICA

En el año milseiscientosnueve
La luz del saber brilló decidida
En Padua en una casa humilde
Galileo Galilei daba la respuesta:
El sol está quieto, la tierra se mueve.

Con esta estrofa encabeza su obra de teatro Bertolt Brecht.

No hay duda que un arco iris sin cortes cubre el cielo del pensamiento científico que va de Ptolomeo a Einstein. Y que una gran parte del viaje lo hace navegando bajo la dudosa protección de la santa madre iglesia y sus mandaderos, los papas, los cardinales, los obispos. Ellos controlan la fé, coordinan, juzgan el pensamiento pleno de descubrimientos, pero tambien de herejías, de los científicos que iluminan a la humanidad inmersa en un mar de ignorancias que la fé no logra solucionar. El cielo tiene sus estrellas, y en él, ciertamente, Galileo Galilei ese personaje contundente del siglo XVII es un sol con luz propia.
Bertolt Brecht, un poeta épico, revolucionario, escritor de piezas del siglo XX ocupa con la personalidad y la vida de Galilei un trozo del firmamento teatral de nuestra época, elevándolo a la órbita de los clásicos, la de los personajes inmortales, la de los que por siempre seguirán marcando el rumbo dialéctico entre el arte y la ciencia.
Galilei, al colocar al sol en el centro de nuestro sistema, desplaza a la tierra de ese lugar, y más aún, la condena a girar alrededor del sol provocando una revolución celestial pero también eclesiástica, que casi le vale entrar en contacto con los instrumentos de la inquisición para volverlo a su sitio.
Políticamente correcto, Galilei se somete a la intimidación y a la vigilancia de la Iglesia, disfraza su convicción y sus descubrimientos de las esferas celestes, y finalmente los hace conducir más allá de las fronteras calientes de sus perseguidores.
El hijo de su ama de llaves, Andrea Sarti es el que se hace cargo del legado y del mensaje de Galilei, que llega al público en su impecable obra dramática, llena de humor y frescura. La primera versión aparece en 1939, cuando los nazis invaden Polonia, una versión abreviada la produce en EEUU con Charles Laughton en el rol de Galileo, y su estreno definivo coincide con los días de su muerte en el Berlin de 1957.


Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki movieron a Brecht a realizar cambios en el personaje de Galileo, ya que fué advirtiendo el aumento del compromiso de los físicos responsables por las armas nucleares. Esto en gran parte explica el funcionamiento de la dialéctica en el teatro brechtiano, que no deja de transitar entre su época y el momento actual.
Entre lo ideológicamente correcto y lo humanamente incómodo.
Algo cotidiano en el mayor creador de arte dramático del siglo XX.

Jorge Hacker - 4 de junio de 2009 - Buenos Aires

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