BOLIVIA: DE LO INVISIBLE A LO VISIBLE

por Jorge Hacker – Buenos Aires – 2009
para LA MAREA

I

Bolivia no parece estar elaborando una revolución social. No por lo menos en el modo clásico en que conocemos o imaginamos las revoluciones sociales.
Y no es porque los abusos del capitalismo neoliberal no la merezcan. Es más bien porque la historia de las comunidades andinas bolivianas ha desarollado movimientos políticos más complejos, más profundos, de una composición diferente.
De clases sociales menos definidas, menos convencionales.
Bolivia espera una refundación. Espera que se encuentre un momento de la historia del país al que se pueda retroceder, virtualmente detenerse un instante anclado en él y comenzar a construir el país de nuevo. Redescubrir su gestación, reconquistar el punto de partida y organizar un comienzo.
Va a tomar un tiempo. Una generacion o dos, es posible que se requiera analizar tanto como lo trancurrido desde los fines de aquel siglo XV del descubrimiento. Hay que reconciliarse con la historia ya que no hay reconciliación posible entre los protagonistas.
La reconciliación con la historia no se logra con impaciencia, tiene que ver con el tiempo transcurrido, con un enorme esfuerzo de comprensión, y de hacer visible lo que era invisible. En la conquista y en la colonización. Siglos pesados que dejaron huellas y heridas sociales que con el tiempo se fueron haciendo más profundas, más ocultas, enigmáticas, más allá de todo lenguaje político, en lo hondo de las codicias humanas, en los miedos de la convivencia, en la larga historia de las iniquidades de una conquista feroz, violenta, de los europeos invasores, de una iglesia destructora de cultos y culturas originarias y en el comportamiento de los pueblos indígenas americanos ocupados. “Colón descubrió América, pero no a los americanos” dice Todorov. La marca con que la España medieval y católica yerró a los indios sudamericanos era una y la misma, así se tratara de mayas, incas o aztecas, pero cada etnia la elaboró en su particular manera y en base a sus usos y costumbres.
Quiero transcribir aquí una poesía anónima hallada en la Nueva España de Cortés que muestra la mirada del conquistado en el momento de la conquista y es válida para todas las culturas de los pueblos originarios de la Hispanoamérica.


MALDICIÓN DE MALINCHE
anónimo

Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados
Eran los hombres barbados de la profecía esperada
Se oyó la voz del monarca de que el dios había llegado.
Y les abrimos la puerta por temor a lo ignorado.

Iban montados en bestias como demonios del mal
Iban con fuego en las manos y cubiertos de metal.
Sólo el valor de unos cuantos les opuso resistencia
Y al mirar correr la sangre se llenaron de vergüenza.

Porque los dioses ni comen ni gozan con lo robado
Y cuando nos dimos cuenta ya todo estaba acabado.
Y en ese error entregamos la grandeza del pasado
Y en ese error nos quedamos trescientos años esclavos.

Se nos quedó el maleficio de brindar al extranjero
Nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero.
Y les seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio
Y damos nuestras riquezas por sus espejos con brillo.

Hoy, en pleno siglo veinte nos siguen llegando rubios
Y les abrimos la casa y les llamamos amigos.
Pero si llega cansado un indio de andar la sierra
Lo humillamos y lo vemos como extraño por su tierra.

Tu, hipócrita que te muestras humilde ante el extranjero
Pero te vuelves soberbio con tus hermanos del pueblo.
Oh, maldición de Malinche, enfermedad del presente
Cuándo dejarás mi tierra, cuándo harás libre a mi gente.


II

Bolivia es una tierra muy especial. A partir de su geografía: un trozo de cordillera andina y una llanura de cultivos, riquezas de todo tipo, una producción de metales y cultivos excepcional, un corazón apoyado en el centro de la columna vertebral de América del Sur. Y una población compuesta en su gran mayoría de comunidades y etnias originarias ricas en culturas y tradiciones muy establecidas.
En la actualidad, 2008 y comienzos de 2009 un sencillo campesino cocalero, el Evo Morales, ha interpretado las razones de estas realidades, y las comunidades campesinas, usando por primera vez su posibilidad de ejercer el poder; lo han elegido en razón de su pertenencia, para encausar ese poder.
Desde afuera, nosotros, cargando con nuestras ideas, entusiastas de las independencias de América del Sur, de las justicias del continente postergado y colonizado, de la firmeza de representantes auténticos y populares, debemos ser concientes de las dificultades de comprensión que nos imponen las realidades a veces ocultas de culturas y formas de vida complejas de interpretar.
Vemos a mestizos luchando contra mestizos, a indígenas urbanos expulsando a sus hermanos indígenas campesinos de sus tierras y de sus derechos y no siempre reconocemos causas y efectos.
En las luchas actuales en procura de una nueva identidad política, Bolivia no ha hecho sino complicar el análisis. En la interpretación del nuevo panorama de etnias y mestizajes, el mapa boliviano es de los más complicados. En sus 9 Departamentos existen más de 30 etnias diversas, con sus culturas, sus creencias, todas hijas de la Pachamama, es verdad, pero todas con unas identidades bien diversas. Un pueblo campesino múltifacético, en busca de una unidad política nunca reconocida y por ende dividida, surcada de idiomas y dialectos, territorios colmados de lenguajes y silencios diversos que se remontan a la etapa precolombina, no se entregan con facilidad a una lectura política actualizada.


III

Indispensable es el texto de “La Conquista de América” de Tzvetan Todorov, un analista del descubrimiento, conquista y colonización de estas tierras de América latina, un estudioso de la gesta de Colón, Cortés, la Iglesia Católica y los invasores españoles, sus comportamientos y el negocio de la Hispanoamérica colonial, que nos da a considerar las duras realidades que cimentaron la identidad política de estas tierras. Las pistas inequívocas del fracaso de los colonizadores europeos, la codicia ilimitada ante la presunta abundancia de oro, la crueldad ante la cultura religiosa de estas civilizaciones, todo colabora a confundir y anular la comunicación con el Nuevo Mundo.
Indudablemente lo invisible se vuelve visible, o más precisamente lo inviable se vuelve viable en la nueva constitución boliviana aprobada en enero de este año con el 61% del voto popular.
Afirma que “la jurisdicción ordinaria y la jurisdicción indígena-originario-campesina gozarán de igual jerarquía” (art. 179) y pone al derecho consuetudinario indígena en un pié de igualdad con el derecho positivo del Estado boliviano. Algo impensable, algo que no podía haberse formulado algunos meses antes.
Se establece además que los pueblos indígena-originarios-campesinos gozan del derecho al ejercicio de sus sistemas políticos, económicos y jurídicos acorde a su cosmovisión (art.30)
Y si alguien hubiera difundido la validez universal de la cosmovisión de los aymaras o de los quetchuas a un mismo nivel que el código romano, habría cosechado más de una sonrisa.
Aun estamos en los comienzos de la profunda reforma propuesta. Aun quedan ( según estimaciones de la OIT- la Organización Internacional del Trabajo) cerca de 21.000 guaraníes sometidos a trabajos forzados en los ingenios azucareros de Santa Cruz ( que sería una de las cien razones del secesionismo implacable de este departamento) cuyos hacendados los tienen trabajando por un salario en ropa y comida en una servidumbre vergonzosa y medieval.
O sea que todavía quedan bolsones de vergüenza invisibles (lo aceptado es negado y se hace invisible) para el mundo exterior, sombras recién salidas a la luz para mostrarse visibles, un destape definitivo por el que la colonia pasa la factura a la metrópoli de antaño.
Una generación de políticos jóvenes de hoy se enfrentará en las batallas. De un lado hijos de los dueños de la tierra. Del otro hijos de mineros, de sirvientes, de pongos. Todos mestizos. Ninguno de los dos bandos tiene una vocación de servicio desarollada, ninguno de los dos una ideología consistente que aprendiera a defender.
Los he visto discutir, en las calles de Cochabamba, en las alturas de La Paz, se parecen entre sí, llaman a los miedos en su ayuda, unos defendiendose de la acusación de un Evo dictador, otros que acuden a las amenazas de los patrones neoliberales que buscan debilitar dividiendo al país recién consolidado.
Pero la Bolivia de hoy parece decidida a jugar su carta por una nueva modernidad, por la participación plena de todos sus ciudadanos, por el cuidado de sus etnias y culturas y la unión de sus territorios.

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