S Ó C R A T E S

Sin humildad, sin modestia, sin hipocresía
preguntaste por ti a los padres de Grecia,
que no creían tu capacidad, burlaron tu reputación
ninguno quiso dar fe de tu sabiduría.

A los políticos, a los poetas, hasta a las hetaíras
investigaste para saber lo que de ti pensaba Atenas.
No te dieron satisfacción, apenas te pagaban,
te humillaron ofreciéndote secretarías.

Terco educaste a sus hijos y a sus hijas.

El personaje que actuabas, el defensor a ultranza
de un pensamiento libre jamás falsificado,
solo te trajo soledad, desdén y desencanto,
los filósofos malpesaron tu saber en sus balanzas.

Sin dientes ya, sorbías las glangas y sopas de Xantippa
mientras el Ágora te animaba a compartir la mentira,
Aristófanes te elevaba colgándote del cielorraso,
Platón y la plebe te descolgaban entre risas.

Al final te cansaste y ya no seguias el juego.

Sabías que tu hogar no estaba entre los bárbaros.
Inclinaste la cabeza mordiendo tu helenismo.
Murmurando te vimos brindar por otro mundo
mientras las lágrimas de Grecia llenaban tu cántaro.



JH. 27/XII/20l0

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