YO, ALUMNO

He sido un buen alumno, un alumno atento.
Cuidé mi rebeldía porque fue mi enseñanza.
Tuve buenos maestros,
aprendí la mentira, la indiscreción, la violencia,
algún que otro tema, el lenguaje y la ciencia,
a mirar a los ojos y a los cuencos vacíos,
al guiño, a la señal, a los indicios sombríos,
aprendí que todo puede aprenderse, que todo tiene un idioma,
que la sangre no es agua y el humor nunca es broma.

Aprendí del amigo, del sanador, del poeta,
Del que guiaba, del verano, del ladrón, del asceta.
Fui llenando la alforja que estiraba su cuero,
Fui metiéndole cosas hasta tenerla repleta.
La arrastré por la vida, la cargué sobre el hombro,
La cuidé convencido, la pesé con asombro,
Le puse la firma con la mayor desconfianza,
La vendí como arte, me la compraron sonrientes,
Y me representó ¿hasta donde? adonde el ojo alcanza.

Aprendí que el amor, que aparece algún día,
Te acaricia y te besa, te protege y te espía,
Te roba la palabra, te acorrala en el baño,
Puede arrancarte la ropa, sabe hacerte daño,
Al tiempo te abandona, como si nunca hubiera sido,
Aprendí que la memoria te empuja al olvido.



JH. Algún día de 2009

Decálogo para una derrota



La categórica derrota sufrida días atrás por el FpV en la ciudad de Buenos Aires impone la necesidad de analizar profundamente las causas de lo ocurrido, sorteando tanto el autocomplaciente triunfalismo de los perdedores -que creen que diciendo “ganamos” van a derretir la coraza de la matemática electoral- como el catastrofismo de la izquierda que cree que la ciudad ha sido definitivamente ganada no sólo por la derecha sino también por el fascismo.

Ambas lecturas son insanablemente erróneas y en caso de prevalecer podrían ser la fuente de nuevas y mayores frustraciones en los próximos meses. Los resultados del 10 de Julio son la condensación de un conjunto de determinantes que no son estáticos sino cambiantes y variables, y sobre los cuales es posible hacer un trabajo político para modificarlos. La izquierda y las fuerzas progresistas deberán hacerlo cuanto antes; la derecha ya lo está haciendo, y esta es una diferencia muy significativa. Lo que sigue es una enumeración y breve análisis del papel jugado por algunos de los factores que incidieron en producir los resultados del pasado domingo y que damos a conocer con el objeto de promover un debate que no debe ser clausurado por el triunfalismo de unos y el pesimismo de otros. Dicho esto, vayamos al grano:


Primero: Buenos Aires lleva más de un siglo luchando por su autonomía distrital. Por lo tanto, para un candidato a Jefe de Gobierno de esta ciudad no hay peores credenciales que las que lo hacen aparecer como un simple delegado de la Casa Rosada, preocupado por “alinear” la ciudad con las prioridades y orientaciones establecidas por el gobierno nacional. Por increíble que parezca, ese error -que una parte del electorado, alentada por la prensa hegemónica, lo interpretó como una tentativa extorsiva de las autoridades nacionales- fue cometido por la Casa Rosada y consentido por el candidato del kirchnerismo. En línea con esta tesitura la presidenta designó autocráticamente a Daniel Filmus como candidato a jefe de gobierno; armó la lista de legisladores imponiendo en la cabeza de la misma a Juan Cabandié, una persona honesta, íntegra y admirable por su historia y su valentía pero muy poco conocida, “no instalada” como se dice en los ambientes de la mercadotecnia electoral; fijó también la presidenta la agenda de la campaña con su vista puesta en el escenario nacional y subordinando las necesidades y los temas locales; estableció la estrategia general de la misma (por ejemplo, impidiendo que Filmus fuera a debatir a TN; o “ninguneando” a los integrantes de las colectoras que operaban a favor del oficialismo, para no citar sino dos casos) y, para colmo de males, en el mismísimo acto de lanzamiento de la campaña el candidato oficialista fue completamente eclipsado por la vibrante oratoria de Cristina. Con cierta benevolencia se podría entender –más no justificar- este exacerbado verticalismo puesto de manifiesto en el actual proceso electoral como una expresión inevitable de la lucha que se está librando en el seno del peronismo, donde la ascendente hegemonía kirchnerista pugna por relegar definitivamente a los sectores más íntimamente ligados al neoliberalismo de los nefastos noventas. Pero esta operación, especialmente en el caso que nos ocupa, clamaba por la delicada precisión de un cirujano y no la tosca rudeza del carnicero. En síntesis: el gobierno nacional creó por su cuenta, sin ayuda de nadie, algunas de las condiciones en las que luego naufragaría el navío kirchnerista en aguas que no les son precisamente favorables. El resultado, por lo tanto, no puede sorprender a nadie. Fueron demasiados errores de entrada y para colmo cometidos al mismo tiempo, potenciando así sus más desastrosas consecuencias.


Segundo: se supuso, sin fundamento alguno, que la polarización obraría simétricamente, agrupando las voluntades del electorado en torno a dos polos, uno de derecha y otro “progresista” o de centroizquierda. Se pensaba, además, que dada la alta intención de voto de la que disfruta la presidenta en la ciudad de Buenos Aires estas preferencias se trasladarían mecánicamente a su candidato en el distrito. La experiencia reciente ya había demostrado, en otras latitudes, la debilidad de ese razonamiento: la altísima aprobación popular con que Lula dejó la presidencia no se transfirió a Dilma Rouseff, que tuvo que ir a un balotaje, y lo mismo ocurrió con Tabaré Vázquez y “Pepe” Mujica y Michelle Bachelet y Eduardo Frei, en este último caso con resultados catastróficos. En suma: la práctica demostró una vez más la fragilidad de ambos supuestos: la popularidad de la presidencia y los altos índices de aprobación de su gestión no se transfirieron sino en parte a Filmus, y la polarización fue asimétrica, es decir: concentró los votos en la derecha pero careció del empuje suficiente como para hacer lo mismo con el conjunto de fuerzas colocadas a la izquierda del centro político y unificarlas detrás de su candidatura. Pero la tibieza y silencios de Filmus –espontáneos o exigidos desde las alturas del Estado- ante algunos acontecimientos marcantes de la coyuntura como el caso Schoklender y sus derivaciones; los incidentes en el INADI; el apaleo a los maestros santacruceños y antes el acampe de los qom, mal podían despertar el entusiasmo necesario para concentrar el apoyo de las fuerzas sociales y políticas de ese espacio y derrotar al macrismo. Fomentar la polarización, como lo hizo el gobierno nacional, no podía sino favorecer al oficialismo local encarnado por Macri que, astutamente aconsejado por sus asesores, sacó provecho de esta equivocada táctica de sus rivales.


Tercero: la Casa Rosada sobreestimó el impacto político de la relativa bonanza económica por la que atraviesa el país, pensando que ello sería suficiente para inclinar el fiel de la balanza hacia el candidato del FpV. Subrayamos lo de “relativa” porque si bien no se pueden desconocer las altas tasas de crecimiento de la economía tampoco se puede dejar de notar la preocupante incapacidad del Estado para mejorar significativamente la muy injusta distribución del ingreso y la riqueza prevalecientes en el país. Se desconoció un hecho elemental: la bonanza económica favorece a los oficialismos, a todos los oficialismos, con prescindencia de su signo político: beneficia a Cristina pero también a Macri; a Gioja pero también a Binner; a Urtubey pero también a Ríos. Además, se subestimaron los efectos de la inflación, cuyos guarismos reales –producidos, por ejemplo, por los organismos técnicos de provincias gobernadas por el FpV- nada tienen que ver con los imaginativos dibujos del INDEC que sólo sirven para irritar a los sectores más humildes que sufren en carne propia la expropiación cotidiana de que son objeto por la inflación. Se subestimó asimismo el malestar social que aqueja a amplios sectores de la ciudad de Buenos Aires y para los cuales algunos de sus infortunios –como la pobreza, el desempleo, la inseguridad, los malos servicios públicos, el transporte, etcétera- se originan en las políticas del gobierno metropolitano pero también en las del gobierno nacional. Producto de este economicismo la candidatura del oficialismo no pudo leer adecuadamente las demandas de la ciudadanía porteña. Lo que estaba en juego era un cargo ejecutivo distrital, lo cual obligaba a plantear un programa específico destinado a resolver algunos de los problemas concretos que afectan a los habitantes de esta ciudad. En ese marco, las constantes alabanzas de Filmus a los progresos macroeconómicos experimentados por la Argentina desde el 2003, el nuevo alineamiento latinoamericano de la política exterior del kirchnerismo o la política de los derechos humanos, cuestiones que en el plano nacional son muy importantes, no sintonizaban con las preocupaciones mucho más modestas de los vecinos. Se produjo así un embarazoso minué dialéctico porque mientras Filmus exaltaba las virtudes del desendeudamiento Macri decía “metrobús en la Juan B. Justo”; aquél hablaba de la resolución de la crisis del 2001-2002 y este de la pavimentación de la avenida Patricios; el primero decía FMI y Macri respondía diciendo que “inauguramos cuatro nuevas estaciones de subte”. La irreflexiva hiper-nacionalización de la campaña del FpV favoreció a Macri, porque lo hizo aparecer como muy consustanciado con la problemática de la ciudad, y perjudicó a Filmus, percibido como un intelectual que hablaba de generalidades muy alejadas de la problemática cotidiana de Buenos Aires.


Cuarto: el gobierno hizo gala de una deficiente lectura sociológica de la ciudad. ¿Cómo explicar el triunfo de Macri en las quince comunas? Se puede entender una victoria con el 55 % de los votos en la Comuna 2 (Recoleta) pero, ¿cómo interpretar el 42 % obtenido en la 9 (Mataderos/Parque Avellaneda, Liniers) o el 45 % conseguido en la 4 (Parque Patricios/Barracas/Pompeya/La Boca)? ¿No se sabía acaso que una parte importante de quienes venían declarando en las encuestas su intención de votar a Cristina en la próxima elección también habían expresado su voluntad de apoyar a Macri en la municipal? Esto era vox populi. ¿Es posible que alguien en la Rosada ignorara un dato tan básico como este? Y si no lo ignoraban, ¿por qué no se diseñó una estrategia de campaña adecuada para enfrentar ese desafío? ¿O es que pensaban que porque el sur porteño es mayoritariamente pobre su opción por el kirchnerismo estaba garantizada de antemano, quienquiera que fuera su candidato o su agenda de campaña? ¿Creyeron que porque Macri es rico y favorece a los ricos los pobres irían automáticamente a repudiarlo en las urnas? En 1995, ¿no se re-eligió a Menem, colocado impúdicamente del lado de los ricos, con el cincuenta por ciento de los votos? Ante los pobres sin conciencia de clase la prepotencia del rico sólo por excepción suscita resentimiento y rebelión; las más de las veces provoca sumisión e intentos de emulación. Si no, ¿cómo explicar la popularidad, en los estratos más sometidos y pauperizados de las sociedades capitalistas, de ricachones como Macri, Piñera, Martinelli (en Panamá), Berlusconi y tantos otros? En el caso que nos ocupa también se subestimó la importancia del gobierno municipal en la contienda electoral. Este, al igual que el nacional, dispone de un instrumento importantísimo de persuasión y de propaganda política: la gestión. Y aunque muchos votantes piensen –con razón- que la de Macri ha sido menos que mediocre por ineficiente y corrupta, esa percepción fue neutralizada, al menos en parte, por algunas modestas –y a menudo demagógicas- políticas municipales; y por la otra porque para amplios sectores de la ciudadanía la ineficiencia y la corrupción de la gestión pública son males endémicos en la vida política argentina y desgraciadamente están resignados a ello.


Quinto: efecto autoengaño de las encuestas “truchas” y el “diario de Yrigoyen”. Este es un peligro gravísimo que aqueja a cualquier gobierno. El capítulo XXIII de El Príncipe lo dedica Maquiavelo a examinar el pernicioso papel de los aduladores, de los cuales aconseja a todo gobernante huir. La nefasta proliferación de asesores y consultores que sólo piensan en agradar a la presidenta y evitar transmitirle “malas noticias” -como que la inflación existe, que la sojización avanza a tambor batiente, y que la crisis energética que se avecina será tremenda- se combina con la tendencia, inherente a todos los gobiernos, al autoengaño. En algunas circunstancias el resultado de esta conjunción puede ser fatal. El “microclima” o el “entorno”, categorías típicas del análisis político de los argentinos, de hecho jugó un papel muy negativo en la reciente coyuntura electoral. Tomemos sólo un caso, aunque hay muchos en las diversas áreas de las políticas públicas: ¿Cómo es posible que los encuestadores elegidos por la Casa Rosada hubieran lanzado pronósticos tan desacertados pocos días antes de las elecciones? Peor aún, ¿cómo pudo alguien haber creído en las rosadas previsiones que brotaban de sus encuestas, sobre todo teniendo en cuenta los malos antecedentes que tenían muchas de esas firmas de consultoría? ¿O será que el propio gobierno cayó en la trampa de confundir un dispositivo propagandístico: el uso de las encuestas como medio de “manufacturar el consenso”, con un instrumento de análisis para conocer la realidad? Cualquiera que sea la respuesta a estos interrogantes sus resultados quedaron estampados en el rostro estupefacto de los líderes del oficialismo nacional la noche del domingo y la lastimosa soledad en que se debatió Daniel Filmus.


Sexto: el pecado del sectarismo. Mientras el oficialismo nacional hacía gala de un discurso que invocaba al pluralismo y la amplitud de miras, su práctica era de una cerril intransigencia. Ni una sola vez en toda la campaña recordamos haber visto a Filmus apareciendo públicamente con los otros dos cabezas de lista de las colectoras, Aníbal Ibarra (Partido Frente Progresista y Popular) y Gabriela Cerruti (Alianza Nuevo Encuentro). Grave error, si se tiene en cuenta que, como luego lo confirmarían los hechos, fue gracias al aporte de estas dos fuerzas despreciadas por la Casa Rosada que la candidatura oficialista pudo superar el decepcionante 14 % cosechado por la lista “ultra K” comandada por Cabandié (¡que obtuvo 30 puntos menos que la lista del PRO!) hasta llegar al 27 % final. Esta actitud habla de una visión estrecha, mezquina, egoísta y a la larga suicida. El remate, rayano en lo alucinante, se escenificó la noche del domingo en el bunker del FpV cuando la militancia no tuvo mejor idea -recibida con beneplácito por Filmus, Tomada y Alegre desde el proscenio- de cantar la “marchita” para festejar el “triunfo” del FpV, ¡triunfo consistente en haber obtenido cuatro puntos más que en el 2007 a pesar de haber quedado a casi veinte de Macri! O sea: derrota, negación, reperonización forzada y, al mismo tiempo, lanzamiento por parte de Filmus de una convocatoria amplia, a la izquierda y el progresismo, para derrotar a la derecha. ¿Quién podría ser tan ingenuo como para creer que con estas actitudes como esas se podrán sumar muchas voluntades para librar la batalla decisiva contra Macri el 31 de Julio?


Séptimo: lo incomprensible. Filmus, un destacado sociólogo y hombre de una dilatada trayectoria académica ¡rehusó debatir con Macri! La excusa fue que TN o cualquiera de los ámbitos controlados por los poderes mediáticos no ofrecían garantías. Es cierto: pero habida cuenta de la superioridad intelectual de Filmus sobre Macri el primero tendría que haber aceptado debatir con el actual Jefe de Gobierno en cualquier terreno porque sin duda lo habría vapuleado en la discusión y demostrado, ante la ciudadanía, las limitaciones e inconsistencias del pensamiento de Macri y su escaso conocimiento de las cuestiones de la ciudad. Este resultado se habría verificado aún con toda la plana mayor de TN jugándole en contra. Al día de hoy no se logra entender la lógica de quienes le indujeron a rehuir de dicha confrontación.


Octavo: aparte de los errores de la estrategia general de la campaña Filmus fue víctima de los límites del proyecto político del kirchnerismo en relación al macrismo y a los porteños. En relación al macrismo, porque ni en la Legislatura de la ciudad autónoma ni fuera de ella el kirchnerismo fue capaz de oponer una resistencia eficaz a la política de mercantilización y privatización de los espacios y servicios públicos promovida por Macri. Peor aún: no fueron pocas las piezas legislativas de inspiración profundamente neoliberal en donde la colaboración de la bancada kirchnerista fue decisiva para lograr su aprobación, con lo cual la contraposición abstracta entre Macri y Filmus se diluye al pasar al plano de las políticas e iniciativas concretas. Por otra parte, la política del kirchnerismo en relación a los porteños es irracional, reactiva, visceral: para hostilizar a Macri se castiga a las porteñas y los porteños, a los cuales se retiene en carácter de rehenes del enfrentamiento. Un ejemplo: ¿no hubiera sido mucho más inteligente colaborar con el gobierno de la ciudad, aunque sea de signo contrario, para ampliar la red de subterráneos o realizar algunas postergadas y necesarias obras públicas que reclaman los vecinos? ¿No habrían éstos reconocido que su concreción se hizo posible gracias a la generosidad y amplitud de miras de la Casa Rosada, con los lógicos beneficios para la candidatura de Filmus? En lugar de eso se adoptó una política absurda que castiga a los porteños y ofrece en bandeja de plata un pretexto perfecto para justificar la incapacidad del macrismo, atribuyendo todos sus fracasos a la falta de colaboración del gobierno nacional. Seguramente algún consultor debe haber dicho que la irritación de los vecinos se convertiría por artes de magia en una saeta que erosionaría la base electoral del macrismo.


Noveno: hace por lo menos ochenta años que la sociología corroboró empíricamente que los efectos de la propaganda no son ni lineales ni acumulativos. Esto es: pasado cierto umbral la machacona persistencia de una campaña que, por ejemplo, diga que Macri es inepto o corrupto comienza primero a tener una eficacia decreciente y luego, y esto es lo más importante, un efecto paradojal que opera como un boomerang en contra de quienes administran la campaña y pasa a jugar a favor del blanco de sus ataques. El empecinamiento en criticar al macrismo (más allá de las abundantes razones que hay para hacerlo) terminó por victimizarlo y luego por blindarlo ante cualquier ataque: pese a estar procesado judicialmente y al sesgo ostensiblemente privatista y “pro-mercado” de su gestión la ciudadanía lo ratificó con su voto. Para colmo, la reacción de Macri ante la torpeza de la campaña fue muy astuta: mientras sus detractores le decían de todo (que era un imbécil, vacío, corrupto) él asumía con maestría actoral su condición de víctima y respondía con serenidad a las desaforadas descalificaciones de sus adversarios ofreciendo estoicamente la otra mejilla y exhortando al diálogo y la tolerancia. Los resultados están a la vista.


Décimo: el remate de esta colección de desatinos se desencadenó luego de conocidos los resultados del domingo. Altos funcionarios del gobierno y voceros o intérpretes oficiosos del mismo (como Fito Páez, entre otros) salieron a decir toda clase de barbaridades contra los porteños, o la mitad de ellos. Primero, desconociendo que una parte de los votantes de Macri (y no una fracción insignificante) lo serán también de Cristina si es que la racionalidad logra posarse entre Olivos y la Casa Rosada como para evitar la reiteración de tantos exabruptos. Segundo, desconociendo que esa misma ciudad que eligió a Macri antes había elegido, y re-elegido, a Aníbal Ibarra, aliado entonces y ahora del gobierno nacional y había consagrado senador al actual candidato oficialista Daniel Filmus. Tercero, que cada vez que Buenos Aires tuvo una oferta razonablemente seria y competitiva de izquierda o de centro izquierda la consagró con su voto: desde Alfredo Palacios en 1904 hasta Aníbal Ibarra hace pocos años atrás, pasando por la elección del mismo Palacios como senador en 1961 agitando como una de sus principales banderas la irrestricta defensa de la Revolución Cubana. De todo lo anterior se desprende que en vez de quejarse de los vecinos de Buenos Aires los quejosos harían bien en mirar a la viga que tienen clavada en sus ojos y que les inhibe de ver la realidad social que los circunda y los límites y contradicciones de un proyecto político que se debate entre la radicalización -¡nada que ver con la “profundización del modelo”, basado en la sojización, la minería de cielo abierto, la primarización de la economía, la regresividad tributaria, la informalidad laboral y los privilegios al capital financiero consagrados por la Ley de Entidades Financieras de Martínez de Hoz, aún vigente!- radicalización, decíamos, o estancamiento y posterior derrota en caso de que aquélla no sea llevada a la práctica trascendiendo el plano de la retórica para instalarse en el terreno más productivo de las políticas concretas de estado. Esto requiere abrir paso a una nueva agenda de transformaciones profundas de la vida económica y social que sólo será viable si se cuenta con la movilización y organización autónoma de los sectores populares, al margen de los desgastados, desprestigiados e inservibles aparatos cegetistas o pejotistas con los cuales el gobierno intentó, infructuosamente, neutralizar la reacción de los “agrarios” durante la discusión de la 125. Si Macri triunfó en la primera vuelta del pasado 10 de Julio fue precisamente porque las limitaciones del kirchnerismo le impidieron construir un muro de contención ante los avances del neoliberalismo en versión macrista. Pero es preciso no engañarse: Macri por ahora es un fenómeno local, de Buenos Aires, pero parece ser el personaje destinado a reunir en torno a su figura las voluntades de toda la derecha argentina que hace tiempo viene buscando un líder que sintetice sus múltiples intereses. De la noche a la mañana lo que antes era “el límite” para Ricardo Alfonsín ahora se ha convertido en un aliado imprescindible, y Duhalde y Carrió procuran subirse al carro triunfador del macrismo arrojando por la borda cualquier escrúpulo ideológico. Según se vaya moviendo la coyuntura, y las fuerzas que en ella operan, Macri podría convertirse en la expresión argentina de lo que Sebastián Piñera es en Chile, Alan García en el Perú, Juan M. Santos en Colombia, Laura Chinchilla en Costa Rica, Ricardo Martinelli en Panamá y Felipe Calderón en México: el rostro de un proyecto restaurador de la derecha radical y abiertamente pro-imperialista (para el cual el PRO parece ser el más indicado, al menos por su nombre) concebido por Washington y ejecutado bajo la dirección de una vasta red de organizaciones de todo tipo (“tanques de pensamiento”, universidades, empresas, partidos, medios de comunicación) dirigida por José M. Aznar en España y la FAES, la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, contando con ingentes aportes del Fondo Nacional para la Democracia y diversas agencias y organizaciones abiertas o encubiertas del gobierno estadounidense. Proyecto restaurador que tiene por objetivo borrar de la faz de la tierra no sólo a la Revolución Cubana sino a los procesos bolivarianos en curso en Venezuela, Bolivia y Ecuador y a los vacilantes gobiernos de centro izquierda, como Argentina, Brasil y Uruguay, considerados por los halcones de Washington como cómplices de aquellos. La ratificación de Macri al frente de la Jefatura de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires es una noticia muy preocupante que hay que interpretar a la luz de este proceso regresivo de alcance continental y que, por eso mismo, excede los marcos de la política local y puede eventualmente alcanzar significación nacional. Para terminar: quienes en el gobierno y fuera de él están enojados con los porteños les recomendamos leer y reflexionar sobre este incisivo poema que Bertolt Brecht escribiera a propósito de un acontecimiento sólo en parte similar al decepcionante resultado electoral del domingo pasado: el enojo que suscitó entre los gobernantes de la República Democrática Alemana la insurrección popular de 1953: "Solución" "Tras la sublevación del 17 de Junio la Secretaria de la Unión de Escritores hizo repartir folletos en el Stalinallee indicando que el pueblo había perdido la confianza del gobierno. Y que podía ganarla de nuevo solamente con redoblados esfuerzos. ¿No sería más simple para el gobierno, en este caso, disolver al pueblo y elegir otro?"


Atilio Borón es Director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED).

MELANCOLÍA

No tengo a donde diablos volver cuando me toque,
yo siempre confundo las marcas del terreno,
mi círculo habrá perdido las curvas que lo cierran,
solo permitirá alejarme del comienzo.

Como H a n s e l con migas de pan trazaré el regreso,
pero los pájaros no perdonan la desprolijidad,
devorarán mis señales, anularán mi retorno,
solo tengo un adelante nunca un atrás.

Los elefantes lo saben hacer perfectamente.
Van a morir al sitio que los vio nacer.
Encuentran la primera mota de pasto que probaron
y sobre ella se acuestan para desaparecer.

Como John Lennon busco las huellas de mi infancia
intento recordar la canción que me acunó
mi garganta me ayuda más que mi memoria,
la lengua materna sabiamente destruye la ilusión.

Cuando aparezca el cowboy que detenga mi carrera
y de un disparo certero me haga arrodillar,
sentiré mis ojos llenos de nubarrones,
ya no tendré mas dudas del final.

Con los dedos de la izquierda contaré las caras
que atravesarán conmigo ese momento.
Y desde la puerta entreabierta levantaré la mano,
un adiós muy antiguo pondrá fin a mi cuento.


JH. 8/7/2011

LA PRIMAVERA DE LOS PUEBLOS ÁRABES


MIÉRCOLES 30 DE MARZO DE 2011


Abel Samir (especial para ARGENPRESS.info)


Los pueblos árabes han despertado de su letargo y están luchando por un cambio de forma y de contenido de sus gobiernos. Hombres y mujeres que ya son adultos, nacieron bajo dictaduras -cuyos gobiernos han usado distintos nombres, como reyes, jeques, “presidentes”, lideres, etc.- pero que no son otra cosa que gobiernos autoimpuestos sin respeto a la mayoría de la población que, como es normal y así debe serlo, desean ser también los que dirijan su propio destino. Lo más irónico y hasta ridículo son los “presidentes” que son de carácter vitalicio, que se perpetúan en el poder mediante elecciones fraudulentas, y aún más, sus hijos heredan la presidencia. Es una forma artera de engañar a sus pueblos. Debieran denominarse Reyes, porque así responden al mismo principio de toda monarquía, es decir, gobiernos que rigen los destinos de un país, generalmente, por derecho hereditario. Pero al denominarse presidentes crean la ilusión de ser gobiernos democráticos, aunque se elijan entre ellos mismos con el apoyo de unos pocos partidarios o simplemente no llaman a elecciones. En caso de Gadafi, éste llegó al poder mediante un golpe de Estado que en ese tiempo tenía un contenido progresista. Después, le tomó el gusto al poder y se quedó transformando su gobierno en una autocracia más y pretendía que fuese hereditaria como la de Asad en Siria, Mubarak en Egipto, los reyes de Jordania, Arabia Saudita y muchos más. La verdadera democracia está muy lejos y ni siquiera una democracia burguesa se veían en camino. Y como se sienten dueños del país, también son dueños de su riqueza y si carecen de un mínimo de moral, despilfarran esas riquezas en los casinos de juego de Mónaco y otros de países como USA, Francia, Italia etc. También en fiestas privadas con prostitutas de lujo, al estilo de Berlusconi y de otros famosos ricachones. Mientras tanto sus pueblos viven soportando la pobreza casi extrema y en el mejor de los casos, un bajo estándar de vida, en un mundo sin libertad. Este despertar de todo un pueblo esparcido entre el norte de África y el Oriente Medio me trae a la memoria los impactantes días de la primavera de Praga allá por el año 1968. Un pueblo amotinado queriendo salir de la mediocridad y de la falta de libertad. Asimismo les está ocurriendo a los pueblos árabes. El clarín de la lucha ha estremecido el alma del combatiente que anida en cada muchacho árabe y han comenzado ya a despertar de ese largo letargo en que se encontraban sumidos, aunque nadie sabe donde ha de terminar. Es de esperar que no termine como la primavera de Praga, acallados por las balas y los tanques. En todo el mundo árabe había ya un volcán político y social que acumulaba presión y que estaba a punto de estallar. La juventud no permanecía tranquila, aunque en la superficie parecía que no había una ebullición que pondría a esos países en un estallido violento, aun cuando, la violencia vino, más bien, de los que pretenden aferrarse al poder, defendiendo el privilegio de explotar y enriquecerse a costa de sus pueblos. Este volcán necesitaba sólo una chispa para reventar, como también dice el adagio, faltaba una gota para rebalsar el vaso. O como lo dice tan bien, la articulista María Eugenia Eyras citando al escrito famoso de Mao Tsetung: “una sola chispa puede incendiar la pradera”. Ni USA ni los países de UE se imaginaban que este estallido estaba tan cerca y que bastaría una chispa para incendiar las praderas y los desiertos en donde viven los pueblos árabes. Y esa chispa fue la inmolación de Mohamed Bouazizi, que se quemó frente a las oficinas del gobernador en su ciudad, como una protesta porque se le había confiscado su carrito que le permitía la venta de legumbres. Era sólo un joven de 26 años que se veía obligado a vender verduras y fruta para sustentar a su familia a pesar de que había estado estudiando en la universidad. Y tuvo que dejarla para poder seguir manteniendo a su familia. En esos países no existen préstamos de estudio ni el Estado se siente obligado a ayudar a los de abajo cuando desean estudiar. No encontró otro trabajo y la cesantía lo tenía harto; y la única forma de mantener a su familia era ser vendedor ambulante. Estuvo agonizando durante dos semanas y cuando murió, la dictadura había sido derribada por las protestas multitudinarias de la juventud tunecina. Este acto tan desesperado me trae a la memoria también, que durante la represión soviética de la primavera de Praga, se inmoló de la misma forma el estudiante Jan Palach. Como en el cristianismo, los sacerdotes musulmanes (imanes) prohíben el uso del suicidio, sin embargo, ya van miles de musulmanes que lo usan como arma para combatir al enemigo. Y eso no sólo lo hacen los talibanes o la gente de Al-Kaeda, sino que en casi todo el mundo musulmán. Yo me pregunto si hay algo de amoral en esa forma de lucha. Pienso que cuando el enemigo es muy fuerte y comete toda clase de tropelías contra el pueblo -el pueblo que sea- los pueblos no pueden permitirse el lujo de combatir con las puras manos o los gritos de las protestas. En lo personal estoy en contra de la guerra y de las masacres de cualquier clase y realizada por cualquier tipo de gobiernos (por eso no puedo simpatizar con Gadafi) y también me da mucha lástima cuando alguien llega a inmolarse como forma de protesta o como arma, pero ¿quién soy yo para decirle a los de abajo, a los reprimidos, a los muertos de hambre, cuáles medios deben de usar ellos para combatir a sus explotadores y represores? ¿Dónde empieza a regir la moral social y la conciencia y el despertar de la necesidad de la lucha y de la revolución? ¿Qué es lo moral y dónde se encuentra su límite con lo inmoral o amoral? ¿Acaso lo considerado moral no es algo establecido por la religión y después llevada a los escritos llamados leyes? Quisiera preguntarle al o a la que lee este artículo, ¿es moral la explotación de nuestros semejantes? Este acto tan terrible logró despertar a la juventud oprimida y adormecida por los dictadores de turno, a veces usando de la ayuda de la Iglesia que mantiene en muchos países una relación estrecha con los gobernantes de turno. Y cuando algún imán levanta su voz para protestar contra la represión o la inmoralidad de los gobernantes es considerado un terrorista, perseguido y encarcelado. Y eso sucede también en los países occidentales. Y aunque estoy en contra de la guerra, veo que los pueblos no tienen otra alternativa cuando estos sátrapas de turno se mantienen en el poder gracias a las FFAA y a los aparatos policiales, en especial a la policía secreta y a las cárceles secretas en donde se tortura y se asesina. Los movimientos de protesta en esta primavera que empezó en Túnez se han disparado y hoy ya existen en Marruecos, en Jordania, en Arabia Saudita, en Yemen, en Siria, en Bahréin y no todavía han terminado en Egipto, ni en Túnez y, en Libia, ha tomado la forma de una guerra civil. Veo que estos movimientos no van a quedarse en protestas solamente. En la misma medida en que sus sátrapas sigan reprimiendo, los jóvenes tendrán que recurrir a las armas como la única forma de conseguir sus propósitos aunque nadie sabe dónde ha de desembocar todo esto. No hay duda de que los islamistas han logrado avances en estos tiempos, ya que los gobiernos que los reprimieron, hoy los declaran legales y les permiten una acción política que antes no tenían. El Imperio teme a los islamistas, porque que son enemigos de Israel y, por tanto, a la geopolítica de USA en esa zona. Teme USA que si se desploman estos sátrapas, ellos perderán terreno y muchas bases norteamericanas tendrán que cerrar. Y eso es pérdida del control militar y geopolítico de una zona tan importante en el mundo de hoy, porque allí abunda el petróleo y el gas natural. Y no quiero decir con esto que los norteamericanos van a llegar con sus barcos tanques a robarse el crudo, como lo dicen algunos que no analizan las cosas más a fondo. Les basta que ese crudo salga de los puertos con destino a Europa y USA vendido por los países dueños, aunque a veces pertenezcan a multinacionales en donde el capital en gran parte es norteamericano; lo importante es que el crudo siga su camino y no cree una situación que puede agravar la crisis económica que empezó en el año 2008 y que todavía no ha terminado. Vivimos una época diferente a la que planteó Lenin en 1916 en su famoso escrito “El imperialismo, fase superior del capitalismo” en el que planteaba la acción depredadora y despiadada de las potencias imperialistas que condujeron al mundo al desastre y genocidio de dos guerras mundiales. Marx había dicho en sus escritos que para definir una época económica lo fundamental no era lo que se hacía, sino con que herramienta se hacía. Esta época yo llamo la Tercera Revolución Industrial y la época de los Estados Multinacionales, como por ejemplo es hoy en día la Unión Europea. Un arma importante de esta revolución tecnológica que golpea a la puerta de los sátrapas de todo el mundo, es un artefacto pequeño, pero complejo y poderoso: el ordenador, que permitió la existencia de Internet y, con ello, de las comunicaciones y de la distribución de la información a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. Así la juventud árabe se puso al día y comprendió que la sociedad árabe estaba retrasada política, social y económicamente, viviendo en un sistema parecido al de la Edad Media, más que al sistema que impera hoy en casi toda la Tierra. Esta revolución industrial fue la que permitió el acceso de una gran parte de la ciudadanía árabe, en especial de la juventud estudiante a la realidad que vive el mundo. En esto el canal digital Al-Jazeera, tanto en televisión como en Internet ha jugado un rol de primer orden. Esta ciudadanía se dio cuenta de que hasta hoy había sido reprimida para que sus gobernantes se apoderasen de las riquezas del país y viviesen en el extremo lujo, mientras que los pueblos viven con un bajo estándar de vida. El uso de Internet permitió llamar a las concentraciones en forma rápida; así ocurrió en Túnez, en Egipto, en Libia y en otros lugares. La primavera de los pueblos árabes está recién comenzando. Las tiranías como la de Yemen, Arabia Saudita, Argelia, Siria y Jordania recurren a una represión descontrolada y eso, aunque por ahora les sea favorable al desmantelar los movimientos de protesta, a mediano plazo les será desfavorable porque eso incita a la revuelta armada. Y aquí hago también un paralelo con la Primavera de Praga. En un comienzo fueron sólo protestas, pero al ser reprimidos e invadidos por las fuerzas del Pacto de Varsovia encabezadas por las fuerzas soviéticas, el pueblo checo salió a la calle armado de lo que podían encontrar, aunque el ejército checo se mantuvo dentro de sus cuarteles mirando impávidos como sus hermanos eran masacrados. Espero que eso no ocurra en esta primavera y los soldados abandonen a los sátrapas y permitan así los cambios políticos y sociales que se precisan hoy. Algunos sátrapas intentan engañar a los manifestantes con promesas de cambios o con aumentos salariales y en algunos casos con cambios constitucionales. El sátrapa de Siria, el día 27 de este mes levantó el estado de emergencia que había estado vigente durante 48 años. Este estado de emergencia le permitía a al gobierno sirio restringir casi todos los derechos civiles y a sus servicios policiales detener arbitrariamente a cualquier ciudadano y llevarlos a juicios sin con escaso apoyo de defensores y ante tribunales totalmente partidistas. A eso se le llama democracia. Ahora este sátrapa engaña con el repugnante show de la renuncia del gobierno en pleno, pero él se mantiene en el poder y está preparando a uno de sus hijos para que le suceda en el puesto de “presidente” vitalicio. Bueno, es la política de la “democracia” siria. Es como lo decía antes: se precisa un cambio de forma para que se mantenga todo lo mismo en el contenido. Otros sátrapas represores, como el rey saudí, no sólo reprime a su propio pueblo, sino que se permite enviar tropas a reprimir al pueblo de Bahréin, sabiendo de antemano que ni USA ni la UE han de intervenir a favor de estos pueblos, porque Arabia Saudita es el centro religioso de todo el mundo sunita. Además, uno de los principales productores de petróleo del mundo y que siempre está a las órdenes del Imperio. Cada vez que hay algún país que momentáneamente deja de producir, Arabia Saudita se compromete con USA a aumentar la producción. Hay quienes muy despistadamente acusan al Imperio estar detrás de las revueltas y de las manifestaciones. Para terminar quiero citar aquí lo expresado por el periodista Gabriele del Grande en una entrevista realizada por Alma Allende: “En Libia, como en Túnez, Egipto, Yemen y ahora también en Siria, las revueltas han sido espontáneas y populares y no el resultado de complots estadounidenses, sino más bien la respuesta más natural que podíamos esperar tras décadas de dictaduras apoyadas por las grandes potencias en nombre de la estabilidad y de los buenos negocios. Asombra que ciertas teorías conspiratorias procedan del campo de la izquierda. Pero eso ocurre también quizás porque estas revoluciones trascienden y superan las categorías de la izquierda. Es interesante analizar esta paradoja. En las calles de El Cairo, como en Túnez y en Bengasi, están sobre todo los pobres. Pero los pobres no piden salarios, no gritan contra los patrones, no se identifican como clase obrera. O por lo menos no todavía. Antes que nada reclaman libertad y antes que nada se identifican como ciudadanos”. Hay también algunos analistas que consideran que esa región del mundo es incompatible con la democracia occidental. Con ello justifican la existencia de todos esos sátrapas que han servido, en cuanto han podido, al Imperio y, por eso, también a la UE. Y por último, me llama tremendamente la atención los analistas o jefes de Estados progresistas de otras regiones que de una u otra forma justifican a los sátrapas como Gadafi y Asad, sin considerar que sus pueblos son las verdaderas víctimas y ellos los culpables y no víctimas de esta enorme tragedia que se vive hoy. Pero la última palabra no la tienen los analistas, tampoco los países con gobiernos progresistas o con gobiernos de izquierda, sino los propios pueblos que es de esperar triunfen con la ayuda de quién sea, con tal de que no se vendan y que puedan derribar las dictaduras y construir sobre sus ruinas una sociedad más justa, libre y democrática.

D E S C O M U N A L

( para mis nietos Federico, Malena, Emilia, Julián )

Ayer fue 24 de marzo de 2011, fecha simbólica que recuerda la iniciación del terrorismo de Estado en Argentina. Han pasado 35 años. El tiempo me hace daño con su tamaño, no cabe en la cabeza de nadie. Es descomunal.
Cuando yo era chico, siempre hacía cálculos con la edad que tendría cuando llegara al… por ejemplo 2000. Cumpliría 69, que me parecía una cifra enorme de años, difícilmente me era posible imaginar ese tiempo. Pero fui cruzando el siglo XX sin prisa y sin pausa como una estrella más y todo fue llegando sin dejar más marcas que el papel de la fecha y el símbolo del día, los momentos felices y las catástrofes por igual.
Siempre surge la pregunta que les hacen a los que fuimos sujetos de los dos terrores, el nazismo y el terror de estado argentino, y tuvimos que exiliarnos en una o ambas para salvar la vida, como valoramos una persecución frente a la otra, que parecidos encontramos entre el régimen Nazi (1933-1945) que aniquiló a 6.000.000 de judíos y el terror de Estado argentino (1976-1983) que desapareció, torturó y asesinó a 30.000 (la mayoría jóvenes) con parecidas ideologías, parecidos racismos, similares convicciones.
Haber vivido bajo ambas y haber sobrevivido a las dos, me hace un individuo de una especie interesante, como por ejemplo una mariposa encontrada en Madagascar y también en Mendoza, quizás porque el polen que esa mariposa consume se encuentra tanto en Viena como en Buenos Aires.

El recuerdo de los crímenes cometidos alrededor de uno, son crímenes cometidos dentro de la persona de uno, de eso no hay duda, ver morir sin causa a parientes y amigos unifica el pensamiento y solidariza el alma.

En mi memoria hay un día de primavera de 1935 (yo tenía 4 años, tu edad de hoy Federico) y estaba en el Stadtpark, el parque-paseo del centro de Viena, con mi padre. La nieve se estaba derritiendo. A metros de nosotros un hombre bajó de su bicicleta y la apoyó en un banco. Debajo del manubrio colgaba un banderín rojo con una gran svástica negra en el centro. Le pregunté a mi padre que era esa bandera y me contestó evasivamente que era de los alemanes, que no nos correspondía. Quedé con la idea de que se trataba de un club adversario, pero a juzgar por la cara de mi padre, algo siniestro.
Nunca supe comparar los dos terrorismos, el nazi y el argentino. Las similitudes no superaban a las diferencias. Sentía que para mis dos países, Austria y Argentina, ambas eran igualmente destructivos y terribles, ambos respondían a una ideología ajena y contraria a la mía, pero ambas exigían, del chico primero y del adulto después, una comprensión y una energía de supervivencia que debía ser desarrollada, acompañada por familia y amigos, y cuya característica primordial era que no prescribía nunca, que era para siempre, que mientras viviera, la emigración y la pérdida de identidad de la primera se trasladaba a la segunda sin dificultad, que la aniquilación de judíos y demócratas progresistas en Austria se emparentaba llanamente con el terrorismo de Estado de Argentina, que la angustia nocturna por la posibilidad de que te vinieran a buscar mientras dormías era idéntica en ambos casos, que era a eso que se sobrevivía, no solo a ideas y convicciones.
A 35 años de la masacre argentina y a 65 de la austríaca surge otro denominador común. Nos sigue habitando el mismo estado latente de inseguridad y desconfianza ante las peripecias de los poderosos, no es en vano la frase de Bertolt Brecht (y que vale para ambos casos) “Aun es fecundo el vientre que eso engendró”.
Por cierto hubo diferencias entre los dos terrorismos. El de los nazis fue además de político, racial, eso excluía la sustracción de los hijos de los deportados. Aniquilar ideas no es lo mismo que aniquilar señales raciales y recuperar a los descendientes para la causa de los criminales.
Hubo también parecidos. El fundamental fue que ambos terrorismos pudieron desarrollarse en estados profunda y mayoritariamente católicos. Austria llega a casi el 90% de creyentes y Argentina está cerca de esa cifra. En ninguno de los dos países se hizo nunca la efectiva separación entre la Iglesia y el Estado.
Hay un tema que me ocupa desde siempre, y es común a ambos terrorismos: Los Uniformes. Siempre he sido proclive a los uniformes. Cosas de niño al que no se le permitió jugar con elementos de guerra ni armas de juguete. No tuve soldaditos ni pistolas de plástico, convicciones de un padre judío francmasón pacifista, viví fascinado por los desfiles, las marchas marciales, los uniformes. Cuando cumplí 7 años me tocó presenciar la ocupación de Viena por los nazis. Trepado en hombros de mi niñera, húngara católica, contagiada ella por la alegría del pueblo austríaco ante el desfile aguerrido de las S. A. y las S. S. nazis que pasaban a paso de ganso por el centro de Viena, tuve mi baño de contradicciones, toda la carga de ambigüedades que conservé toda mi vida ante las demostraciones marciales.
Cuando el golpe militar de 1976 en Buenos Aires, ya estaba bastante curado del síntoma, los uniformes habían perdido su atracción casi totalmente, amen de que a los militares argentinos, aun en sus momentos más guerreros les faltaba esa disciplina férrea de sus maestros alemanes. Eran proclives a excesos tolerados por el poder indiscriminado de estas latitudes.

En principio Argentina nos recibió con la calidez de su sentimental pueblo y poco nos hacía sospechar el desarrollo de sus clases gobernantes hacia una ideología que desembocaría en lo que viviríamos unas décadas más tarde.

Creo que el ser humano es incapaz de emigrar por completo más de una vez en la vida. Es difícil reconstruir la existencia en tierras lejanas más de una vez. Y la vida te lo hace saber.
Las excepciones van de la mano con circunstancias excepcionales y con ideologías más retrógradas, apoyadas en factores político económicos muchas veces injustificables.

Hemos superado por suerte períodos muy oscuros, pero otros períodos oscuros nos esperan. No querría generalizar, seguimos latiendo al unísono con compañeros y amigos argentinos (son argentinos mis hijos) mi familia sigue habitando el continente americano, en Alemania y Austria tenemos amigos, las esperanzas se suceden con las desilusiones.

A mis hijos y nietos quiero pasarles estos pensamientos y reflexiones. Por ellos me seguirán teniendo un tiempo.

En Buenos Aires, 25 de marzo de 2011.
Jorge Hacker

TIROLESES

El sombrero es verde adornado de crines
botines marrones con punteras de acero
hebillas desnudas de castigar espaldas
rubios musculosos bailarines de saltos
bellas nucas grabadas con alfabeto asirio
Cerveza Salzburgo con mango de vidrio.
Las caras redondas, las bocas sin labios,
edelweiss sobre cuero, braguetas de tapa,
botones de asta. Tiroleses.

Un canino torcido y la lengua es un mapa,
campera de lóden a la luz de la luna,
biciclo que cruza la ruta del bosque
pantalones cortos de ciervo con flecos,
rodillas desnudas en ventisca de hielo,
el bigote germano, una pipa de abuelo,
soquetes de lana con pompón colorado,
los ojos de azul acero acorazado,
retumban vocales. Tiroleses.

Recuerdan al campo con bosta y con pala
olores del lodo que el jabón no lava,
un día pasa todo al uniforme nazi
el jerarca los llama y ahora ladran la orden,
cada mujer una trenza, aguja del deseo,
las erres raspan femeninos secretos.
Hombres asesinos del brazo diagonal,
las cruces son de gancho, el enemigo es racial.
Austríacos del Reich. Tiroleses.

Pueblo originario de mi Europa Central,
látigo y silbato en la barraca final.
cigarrillo egipcio de boquilla carmín
prostíbulos dulces, perfume y jazmín.
Tapar las cenizas y los hornos y el gas
con la brisa del Alpe y el eco y el cantar.
Calavera de muerte sobre el pecho del honor.
Asesinos seriales que no merecen perdón.
Solo queda el horror. Tiroleses.

JH – 29 de enero de 2011

MAS CARAS

Raíces se quiebran atrás, adelante,
caras en la infancia y al final más caras
parten resquebrajan, pierden la entereza
no resisten la empresa.

Han vivido creciendo en la dirección opuesta,
sostienen los pisos, la pared, el dolor.
Topos mudos que mudos aguantan
el mundo ciego de los que no cantan.

Siempre hay tierra en tus dientes,
mala geografía, otra raíz ausente,
invisible abstracta la teoría,
impensable estúpida filosofía.

Así es la emigración, que no tiene remedio,
Va de un lado a otro, arrojando semillas,
Imágenes impuras, irreconocibles
Pieles nunca conquistadas, insensibles.

Pero esto se acaba, basta de confiar,
Llanto interminable, huraña soledad.
Húmeda balsa, nunca amé del todo,
raiz enterrada que asoma en el lodo.

Más caras me miran, ah, y ni un solo rostro.

JH 17- I - 2011

Federico Chef

para mi nieto
que está por cumplir dos años.



Mi abuelo fue un revolucionario
mi nieto será funcionario.


Sos el cuarto Federico en la familia
Tu padre en su inocencia no sabía.
Federica mi madre del más allá nos mira
Federico espalda ancha para mi ya cocina.


Has emigrado dos veces antes de nacer
es tradición de la familia no permanecer.
En noches calurosas de fiestas con alcohol
Federicos y Federicas cruzaron el Ecuador.


América primero, del Norte hacia el Sur.
El hemisferio entero en rectas y en cruz.
Del cielo y los planetas volamos despiertos
hacia nuestros destinos distantes, inciertos.


Federico será el jefe, nos llevará de la mano,
atónitos por su fuerza todos lo miramos.
Hay una buena razón, es el recién llegado.
Cambiará los idiomas y crecerán sus zapatos,
nos hablará en voz alta, nos cantará muy bajo.
Dibujará nuestras caras, nos pondrá nombres nuevos
donde vaya estaremos alimentando su fuego.


Federico, no sé si alcanzaré a nombrarte;
en tu casa, en la mía, o en alguna otra parte.
Esperame sin falta, yo aparezco, no dudes,
el tiempo no falla y está lleno de buques.
No me llames abuelo que me da desconfianza.
Seré tu compañero en nuestra larga marcha.


Jorge Hacker
Diciembre de 2009
Buenos Aires