LA PRIMAVERA DE LOS PUEBLOS ÁRABES


MIÉRCOLES 30 DE MARZO DE 2011


Abel Samir (especial para ARGENPRESS.info)


Los pueblos árabes han despertado de su letargo y están luchando por un cambio de forma y de contenido de sus gobiernos. Hombres y mujeres que ya son adultos, nacieron bajo dictaduras -cuyos gobiernos han usado distintos nombres, como reyes, jeques, “presidentes”, lideres, etc.- pero que no son otra cosa que gobiernos autoimpuestos sin respeto a la mayoría de la población que, como es normal y así debe serlo, desean ser también los que dirijan su propio destino. Lo más irónico y hasta ridículo son los “presidentes” que son de carácter vitalicio, que se perpetúan en el poder mediante elecciones fraudulentas, y aún más, sus hijos heredan la presidencia. Es una forma artera de engañar a sus pueblos. Debieran denominarse Reyes, porque así responden al mismo principio de toda monarquía, es decir, gobiernos que rigen los destinos de un país, generalmente, por derecho hereditario. Pero al denominarse presidentes crean la ilusión de ser gobiernos democráticos, aunque se elijan entre ellos mismos con el apoyo de unos pocos partidarios o simplemente no llaman a elecciones. En caso de Gadafi, éste llegó al poder mediante un golpe de Estado que en ese tiempo tenía un contenido progresista. Después, le tomó el gusto al poder y se quedó transformando su gobierno en una autocracia más y pretendía que fuese hereditaria como la de Asad en Siria, Mubarak en Egipto, los reyes de Jordania, Arabia Saudita y muchos más. La verdadera democracia está muy lejos y ni siquiera una democracia burguesa se veían en camino. Y como se sienten dueños del país, también son dueños de su riqueza y si carecen de un mínimo de moral, despilfarran esas riquezas en los casinos de juego de Mónaco y otros de países como USA, Francia, Italia etc. También en fiestas privadas con prostitutas de lujo, al estilo de Berlusconi y de otros famosos ricachones. Mientras tanto sus pueblos viven soportando la pobreza casi extrema y en el mejor de los casos, un bajo estándar de vida, en un mundo sin libertad. Este despertar de todo un pueblo esparcido entre el norte de África y el Oriente Medio me trae a la memoria los impactantes días de la primavera de Praga allá por el año 1968. Un pueblo amotinado queriendo salir de la mediocridad y de la falta de libertad. Asimismo les está ocurriendo a los pueblos árabes. El clarín de la lucha ha estremecido el alma del combatiente que anida en cada muchacho árabe y han comenzado ya a despertar de ese largo letargo en que se encontraban sumidos, aunque nadie sabe donde ha de terminar. Es de esperar que no termine como la primavera de Praga, acallados por las balas y los tanques. En todo el mundo árabe había ya un volcán político y social que acumulaba presión y que estaba a punto de estallar. La juventud no permanecía tranquila, aunque en la superficie parecía que no había una ebullición que pondría a esos países en un estallido violento, aun cuando, la violencia vino, más bien, de los que pretenden aferrarse al poder, defendiendo el privilegio de explotar y enriquecerse a costa de sus pueblos. Este volcán necesitaba sólo una chispa para reventar, como también dice el adagio, faltaba una gota para rebalsar el vaso. O como lo dice tan bien, la articulista María Eugenia Eyras citando al escrito famoso de Mao Tsetung: “una sola chispa puede incendiar la pradera”. Ni USA ni los países de UE se imaginaban que este estallido estaba tan cerca y que bastaría una chispa para incendiar las praderas y los desiertos en donde viven los pueblos árabes. Y esa chispa fue la inmolación de Mohamed Bouazizi, que se quemó frente a las oficinas del gobernador en su ciudad, como una protesta porque se le había confiscado su carrito que le permitía la venta de legumbres. Era sólo un joven de 26 años que se veía obligado a vender verduras y fruta para sustentar a su familia a pesar de que había estado estudiando en la universidad. Y tuvo que dejarla para poder seguir manteniendo a su familia. En esos países no existen préstamos de estudio ni el Estado se siente obligado a ayudar a los de abajo cuando desean estudiar. No encontró otro trabajo y la cesantía lo tenía harto; y la única forma de mantener a su familia era ser vendedor ambulante. Estuvo agonizando durante dos semanas y cuando murió, la dictadura había sido derribada por las protestas multitudinarias de la juventud tunecina. Este acto tan desesperado me trae a la memoria también, que durante la represión soviética de la primavera de Praga, se inmoló de la misma forma el estudiante Jan Palach. Como en el cristianismo, los sacerdotes musulmanes (imanes) prohíben el uso del suicidio, sin embargo, ya van miles de musulmanes que lo usan como arma para combatir al enemigo. Y eso no sólo lo hacen los talibanes o la gente de Al-Kaeda, sino que en casi todo el mundo musulmán. Yo me pregunto si hay algo de amoral en esa forma de lucha. Pienso que cuando el enemigo es muy fuerte y comete toda clase de tropelías contra el pueblo -el pueblo que sea- los pueblos no pueden permitirse el lujo de combatir con las puras manos o los gritos de las protestas. En lo personal estoy en contra de la guerra y de las masacres de cualquier clase y realizada por cualquier tipo de gobiernos (por eso no puedo simpatizar con Gadafi) y también me da mucha lástima cuando alguien llega a inmolarse como forma de protesta o como arma, pero ¿quién soy yo para decirle a los de abajo, a los reprimidos, a los muertos de hambre, cuáles medios deben de usar ellos para combatir a sus explotadores y represores? ¿Dónde empieza a regir la moral social y la conciencia y el despertar de la necesidad de la lucha y de la revolución? ¿Qué es lo moral y dónde se encuentra su límite con lo inmoral o amoral? ¿Acaso lo considerado moral no es algo establecido por la religión y después llevada a los escritos llamados leyes? Quisiera preguntarle al o a la que lee este artículo, ¿es moral la explotación de nuestros semejantes? Este acto tan terrible logró despertar a la juventud oprimida y adormecida por los dictadores de turno, a veces usando de la ayuda de la Iglesia que mantiene en muchos países una relación estrecha con los gobernantes de turno. Y cuando algún imán levanta su voz para protestar contra la represión o la inmoralidad de los gobernantes es considerado un terrorista, perseguido y encarcelado. Y eso sucede también en los países occidentales. Y aunque estoy en contra de la guerra, veo que los pueblos no tienen otra alternativa cuando estos sátrapas de turno se mantienen en el poder gracias a las FFAA y a los aparatos policiales, en especial a la policía secreta y a las cárceles secretas en donde se tortura y se asesina. Los movimientos de protesta en esta primavera que empezó en Túnez se han disparado y hoy ya existen en Marruecos, en Jordania, en Arabia Saudita, en Yemen, en Siria, en Bahréin y no todavía han terminado en Egipto, ni en Túnez y, en Libia, ha tomado la forma de una guerra civil. Veo que estos movimientos no van a quedarse en protestas solamente. En la misma medida en que sus sátrapas sigan reprimiendo, los jóvenes tendrán que recurrir a las armas como la única forma de conseguir sus propósitos aunque nadie sabe dónde ha de desembocar todo esto. No hay duda de que los islamistas han logrado avances en estos tiempos, ya que los gobiernos que los reprimieron, hoy los declaran legales y les permiten una acción política que antes no tenían. El Imperio teme a los islamistas, porque que son enemigos de Israel y, por tanto, a la geopolítica de USA en esa zona. Teme USA que si se desploman estos sátrapas, ellos perderán terreno y muchas bases norteamericanas tendrán que cerrar. Y eso es pérdida del control militar y geopolítico de una zona tan importante en el mundo de hoy, porque allí abunda el petróleo y el gas natural. Y no quiero decir con esto que los norteamericanos van a llegar con sus barcos tanques a robarse el crudo, como lo dicen algunos que no analizan las cosas más a fondo. Les basta que ese crudo salga de los puertos con destino a Europa y USA vendido por los países dueños, aunque a veces pertenezcan a multinacionales en donde el capital en gran parte es norteamericano; lo importante es que el crudo siga su camino y no cree una situación que puede agravar la crisis económica que empezó en el año 2008 y que todavía no ha terminado. Vivimos una época diferente a la que planteó Lenin en 1916 en su famoso escrito “El imperialismo, fase superior del capitalismo” en el que planteaba la acción depredadora y despiadada de las potencias imperialistas que condujeron al mundo al desastre y genocidio de dos guerras mundiales. Marx había dicho en sus escritos que para definir una época económica lo fundamental no era lo que se hacía, sino con que herramienta se hacía. Esta época yo llamo la Tercera Revolución Industrial y la época de los Estados Multinacionales, como por ejemplo es hoy en día la Unión Europea. Un arma importante de esta revolución tecnológica que golpea a la puerta de los sátrapas de todo el mundo, es un artefacto pequeño, pero complejo y poderoso: el ordenador, que permitió la existencia de Internet y, con ello, de las comunicaciones y de la distribución de la información a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. Así la juventud árabe se puso al día y comprendió que la sociedad árabe estaba retrasada política, social y económicamente, viviendo en un sistema parecido al de la Edad Media, más que al sistema que impera hoy en casi toda la Tierra. Esta revolución industrial fue la que permitió el acceso de una gran parte de la ciudadanía árabe, en especial de la juventud estudiante a la realidad que vive el mundo. En esto el canal digital Al-Jazeera, tanto en televisión como en Internet ha jugado un rol de primer orden. Esta ciudadanía se dio cuenta de que hasta hoy había sido reprimida para que sus gobernantes se apoderasen de las riquezas del país y viviesen en el extremo lujo, mientras que los pueblos viven con un bajo estándar de vida. El uso de Internet permitió llamar a las concentraciones en forma rápida; así ocurrió en Túnez, en Egipto, en Libia y en otros lugares. La primavera de los pueblos árabes está recién comenzando. Las tiranías como la de Yemen, Arabia Saudita, Argelia, Siria y Jordania recurren a una represión descontrolada y eso, aunque por ahora les sea favorable al desmantelar los movimientos de protesta, a mediano plazo les será desfavorable porque eso incita a la revuelta armada. Y aquí hago también un paralelo con la Primavera de Praga. En un comienzo fueron sólo protestas, pero al ser reprimidos e invadidos por las fuerzas del Pacto de Varsovia encabezadas por las fuerzas soviéticas, el pueblo checo salió a la calle armado de lo que podían encontrar, aunque el ejército checo se mantuvo dentro de sus cuarteles mirando impávidos como sus hermanos eran masacrados. Espero que eso no ocurra en esta primavera y los soldados abandonen a los sátrapas y permitan así los cambios políticos y sociales que se precisan hoy. Algunos sátrapas intentan engañar a los manifestantes con promesas de cambios o con aumentos salariales y en algunos casos con cambios constitucionales. El sátrapa de Siria, el día 27 de este mes levantó el estado de emergencia que había estado vigente durante 48 años. Este estado de emergencia le permitía a al gobierno sirio restringir casi todos los derechos civiles y a sus servicios policiales detener arbitrariamente a cualquier ciudadano y llevarlos a juicios sin con escaso apoyo de defensores y ante tribunales totalmente partidistas. A eso se le llama democracia. Ahora este sátrapa engaña con el repugnante show de la renuncia del gobierno en pleno, pero él se mantiene en el poder y está preparando a uno de sus hijos para que le suceda en el puesto de “presidente” vitalicio. Bueno, es la política de la “democracia” siria. Es como lo decía antes: se precisa un cambio de forma para que se mantenga todo lo mismo en el contenido. Otros sátrapas represores, como el rey saudí, no sólo reprime a su propio pueblo, sino que se permite enviar tropas a reprimir al pueblo de Bahréin, sabiendo de antemano que ni USA ni la UE han de intervenir a favor de estos pueblos, porque Arabia Saudita es el centro religioso de todo el mundo sunita. Además, uno de los principales productores de petróleo del mundo y que siempre está a las órdenes del Imperio. Cada vez que hay algún país que momentáneamente deja de producir, Arabia Saudita se compromete con USA a aumentar la producción. Hay quienes muy despistadamente acusan al Imperio estar detrás de las revueltas y de las manifestaciones. Para terminar quiero citar aquí lo expresado por el periodista Gabriele del Grande en una entrevista realizada por Alma Allende: “En Libia, como en Túnez, Egipto, Yemen y ahora también en Siria, las revueltas han sido espontáneas y populares y no el resultado de complots estadounidenses, sino más bien la respuesta más natural que podíamos esperar tras décadas de dictaduras apoyadas por las grandes potencias en nombre de la estabilidad y de los buenos negocios. Asombra que ciertas teorías conspiratorias procedan del campo de la izquierda. Pero eso ocurre también quizás porque estas revoluciones trascienden y superan las categorías de la izquierda. Es interesante analizar esta paradoja. En las calles de El Cairo, como en Túnez y en Bengasi, están sobre todo los pobres. Pero los pobres no piden salarios, no gritan contra los patrones, no se identifican como clase obrera. O por lo menos no todavía. Antes que nada reclaman libertad y antes que nada se identifican como ciudadanos”. Hay también algunos analistas que consideran que esa región del mundo es incompatible con la democracia occidental. Con ello justifican la existencia de todos esos sátrapas que han servido, en cuanto han podido, al Imperio y, por eso, también a la UE. Y por último, me llama tremendamente la atención los analistas o jefes de Estados progresistas de otras regiones que de una u otra forma justifican a los sátrapas como Gadafi y Asad, sin considerar que sus pueblos son las verdaderas víctimas y ellos los culpables y no víctimas de esta enorme tragedia que se vive hoy. Pero la última palabra no la tienen los analistas, tampoco los países con gobiernos progresistas o con gobiernos de izquierda, sino los propios pueblos que es de esperar triunfen con la ayuda de quién sea, con tal de que no se vendan y que puedan derribar las dictaduras y construir sobre sus ruinas una sociedad más justa, libre y democrática.

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