VIEJO KLEMMT

Fue en el año sesenta en la Berlín de posguerra
no crean que por el tiempo que pasó lo olvidé.
Si fue ahí que empezó mi vida en el teatro
en casa del viejo Klemmt en en el barrio Hallensee.

Era un piso chorizo de cinco habitaciones
un cuarto piso por escaleras y sin ascensor.
Cuatro gatos negros vivían con el viejo
y a ellos les cocinaba hígado y riñón.

Klemmt era un flaco de cerca de noventa,
encaramado al inodoro parecía un vampiro.
Así defecaba con sus cuatro mininos
sentados en círculo en aquel baño frío.

Dormía en el fondo tapizado de alfombras,
dos gatos en su cráneo y dos sobre sus piés,
una alcoba victoriana con estatuillas de peltre
y una salamandra de leña contra la pared.

El viejo era un bastardo del duque Hohenzollern
amigo de la Bella Otero en el Casino de Niza,
yo hice contacto con Gene Kelly en un kabaret de travestis
y caminé una noche con él, en cuello de piel y camisa.

Aun era menor de treinta y pésqué una gonorrea
de una polaquita oriental que me la pasó conciente.
El milagro alemán que me albergó todo ese año
me hizo crecer con su sopa de arvejas caliente.

En la Opera del centro trabajé para Schönberg.
Conoci a los amigos que aun tengo en Berlín
y en la nieve de aquel invierno bendito,
una enfermera virgen me sorprendió feliz.

Año de Berlin, medio siglo ha pasado,
firme en mi memoria está mi habitación
con sus vidrios dobles y los cuatro gatos
y mi vida jóven que buscaba calor.


Bs As 9 de febrero de 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario