E X I T

Silueta del que sale por la puerta
y vuelve la mirada a lo que dejó atrás.
A ese espacio sin él, cargado con su ausencia,
lleno aun de su presente que fue un espejo fugaz.

En el atardecer, el adiós de una nube
Una lágrima huye, sin prisa y sin dolor,
Es un viaje indeleble, una partida tramposa
Que abandona un cuerpo que niega su continuación.

Se va el color, cambia por blanco y negro,
Una textura apenas, una abstracta ilusión,
La impresión de un cuerpo, un peso sin remedio,
negra sangre que aun fluye, pero sin contención.

Queda algo muy sutil, un tubo mal colgado,
que emite un tono gris, una oscura señal,
ni música ni voces, suena solo el silencio,
una escena de crimen en el piso de un bar.

Eso ha devenido el que allí respiraba,
un diseño impreciso de lo que fuera un yo,
un frío gusto a menta lejano en la garganta
el nombre de una vida que ahora se borró.

JH – 23/10/2010

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