ALBUM DE IMÁGENES 1492-1992

FRAGMENTO DE UN ALBUM DE IMÁGENES HISPANOAMERICANAS HOJEADAS POR UN JUDÍO 500 AÑOS DESPUÉS
JORGE HACKER
BUENOS AIRES
1992

1492

Sonríe Cádiz, Palos, Sanlúcar,
no hay más sitio en los barcos:
sonríe, pasa llorando caravana
tras caravana,
blancos los piés del polvo
de la marcha.

Canta Córdoba, Granada canta,
canta pasan llorando caras grises
barbudas, que arrastran bultos,
se arrancan los brazos,
arrastran mujeres, hijos,
se marchan.

Cantan niños en la plaza:
ya se marchan los cohenes,
nos quedamos con sus bienes,
ya se marchan los faraones
les cortamos los cojones,
por las puertas al camino,
a los barcos, judíos.

Llora tierra de expulsados, arde
el mapa otra vez y cruje
la letra y el diente.
pasa levitando el recuerdo,
por todas partes revientan
los cristales del continente gótico.

AdonaI ELOHEINU, AdonaI EjóT.
DIOS ES único e innombrable.

Laméntate Colom, nacido
en el mar, hijo de Shoshana
y de Abraham, confeccionista,
genovés por adopción, llegado
de Ibiza, converso en la cuna
de la huída.
Tu madre lloró cuántas noches
antes de ponerte Cristóbal.

Sonríe Torquemada tu sonrisa
de hueso y garrote, se sabía
que eras cristiano nuevo, novísimo.
Tu abuelo judío, aquel Ha-Levi, en su tumba
sopesa tu celo de convertidor empedernido,
implacable,
escondiendo la cara roja en el manto.

Sonríe Noah Chinillo ahora Santiago Santángel
banquero, la mano firme
sobre las bolsas del oro,
de espaldas a la tierra
frente al pincel de Leonardo
(hereje en otras causas)
junto a la mesa del gran desafío:
la apuesta de las Indias, el negocio
de Cipango.
Apúrate da Vinci, me esperan para el Séder.

Retuércete los dedos, Colom, aráñate
bajo la ropa, finge con alma y vida, delirante,
pasan los expulsados, los nietos sobre el hombro.
El dado rueda una vez más, no hay retorno.
Sonríe, agotados tropiezan hacia el mar. Empujan
La Pinta por el río hasta el estuario.
Van en la misma dirección, ofrecen ruegan.
No llevarás a ninguno.
Son ellos o la empresa.

Sonríe, delirante, no finjas más.
Ninguna mujer, ningún cura quiso acompañarte.
Aún estas leproso de herejía, almirante.

¿Vas camino al Santo Sepulcro, Colom?
¿Arrancarás Jerusalém
(“ templo y mezquita en jaspes sustentado”)
de manos del hereje?
Así lo prometiste en hebreo
a los reyes católicos.

Gestación y parto, sonrisa y dolor.
Pesadilla.
Dejarlo todo una y otra vez. Cargar
de plomo las palabras santas.
Salvar la vida. Salvar, salvar la vida.
Desembarcar, las botas llenas de sollozos.
¡Firme Esquivel! ¡Atención de la Torre! Nuevos nombres,
y descubrir un sitio seco para los papeles.
Fundar la piedra que esconda la vergüenza;
trepar la fría noche de los Andes
a relincho y crucifijo, montados juntos
nietos de rabinos
y cristianos viejos. Ciego
el ojo de la memoria, formidable
desesperación. Dejar atrás la humillación
y el gueto.

Catay, América, Perú, no importa el nombre.
El Gran Khan Emplumado llenó una estancia de oro.
Ni la verdad ni la muerte habrían alcanzado.




1992

Vuelvo a la sonriente Babylonia
cinco siglos después.
Siguen flotando carabelas rotas
en Génova, en Lisboa, en los Sargazos
y frente a Santo Domingo.
Llevan el mismo rumbo en los tablones:
la Pampa oceánica
doblando el Ecuador
al crucifijo del Sur.

Sobre mis párpados
aún cargo la ropa, el vino rancio, los infinitos
papeles. El candelabro medieval
de los antepasados.

Soy la América española,
sonriente, clandestina. La equívoca
del Sur. Prometedora sin igual.
El ojo de Balboa aun desnuda mi espalda,
vibran mis pezones de duro brazil
y sigo pisando inseguro la huella del pié
estrecho y olvidado
de Magallanes.

Sí, soy tu América Latina sonriente, hermano,
y he vuelto. Lustrosa
la armadura negra:
ASKIMATAKI APU hermano, no lo dudes,
allí el trabajo te hará libre como el viento
y poderoso.

IN LAK ‘ECH: tu eres mi otro yo, hermano.
Comeremos de un mismo plato
en Chichen Itzá, en Tenochtitlán, en Cuzco.
IN LAK ’ECH: yo te amo y te respeto.
¿WARMICHAKUY? No será necesario, traeremos
nuestras propias mujeres.
Ah, si no fueran tantos los fantasmas
irrechazables.
El blanco trotador de los Pizarro, alzado
de manos como en el grabado
de San Jorge. La Ira de Dios
con su nariz de gancho y su mentón puntudo
sorbiendo el seso tibio del cadáver
que arrastra por la selva impenetrable.
O el lívido Mendoza, todo en negro,
anclado junto al Riachuelo, febril,
tirado en su camastro, insomne, sifilítico,
incurable.

Aun falta mucho para que la inquisición de Lima
clausure su negocio incofesable;
para que Orkeke y su tribu de tehuelches
aprenda a defenderse de la gripe,
y resucite en los metálicos chicanos
el origen del viento, Quetzalcoatl.

En esa noche de expulsados
hace quinientos años, en Palos, Babylonia,
comenzó este viaje hacia el presente.
La tierra al fin es plana una vez más.

Hereje vuelvo, sentado en el cielo nocturno,
descreído hereje, más hereje que nunca:
gimiendo de herejía todo mi fuselaje.
ñ ñ ñ ñ ñ ñ ñ ñ ñ ñ ñ

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