POSTAL DE UNA DESPEDIDA

Adiós Bolivia sabores picantes de guisos y fritangas
adiós acres aromas de telas sobre piel caminada
vuelvo a los indiferentes colores de mi casa
viajé por un suelo Aymarizado que generoso
responde con siglos por hurtos y saqueos
la vieja Bolivia Miamizada que está cambiando de piel
que cuelga su viejo cuero sobado sometido
cambia los límites de amos y pongos y el jardín
se puebla de zonas oscuras donde juegan
las guaguas cetrinas en hamacas blancas
en hamacas mestizas blancoides.

Adiós papayas diarias del Chapare enormes
mangos que se deshacen por medio dólar solamente
adiós sublime locoto que das música a las comidas
adiós pisos armados con los restos del suelo originario
ladrillos sobre pasto que marcan el sendero urbano
calles sin veredas puertas de cerrojos que no cierran
cuestas que no pueden treparse sino es en ojotas.
Vuelvo a Buenos Aires ciudad de horarios regulares
de basura embolsada pasos horizontales en la esquina
iluminados kioskos de flores conservadas en formol
en tierras que la Pachamama no conoce.

Mi amor de años me entregó este viaje misterioso
Este recuerdo infantil de trepar los toboganes
y la Calle de las Brujas, la del empedrado
vertical donde dejé impreso mi corazón sin aliento
en el pullu tejido de aquel indio que camina
sin tocar la tierra que aun pertenece
por un corto tiempo más
a aquellos dos nostálgicos trajeados que pasan
luciendo sus corbatas italianas
apretando bajo el brazo los portafolios
de cuero de cocodrilo.


Jorge Hacker - La Paz 7 - I - 09

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