RECUERDO

Una mañana cerramos las valijas.
Nada sentimental se dijo
en esa despedida para siempre.
Cada uno interpretaba su papel perfectamente.


No me di cuenta cuando partió el tren.
El tío Luis seguía con la mano levantada
y su reloj, ahora en mi brazo,
era una maravilla inesperada.


Unas horas después, en la terraza
del hotel italiano, los helados.
Era el año 38, era verano.
Mi padre, de sombrero nuevo, parecía un millonario.


Esa noche se descubrió el engaño.
Eramos unos parias miserables.
Detrás del sol se esfumaba el maquillaje.
Detrás de los regalos iban manos crispadas.

Los helados, el sombrero, eran de agua.

Mi padre se tocaba el bolsillo lleno de papeles.
Mi madre contaba dinero a escondidas.
Yo me arranqué un diente mirándome al espejo.
Simplemente esperábamos un barco para seguir huyendo.

La palabra JUDÍOS nunca fue pronunciada.


Jorge Hacker – Buenos Aires – 1986

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