A C U A R I O


Te vi de lejos en Saturno en plena madrugada
flotando ingrávida en un rumbo de asteroides
junto al gigante que echa agua de un cubo sin fondo
contra un cielo antracita que jamás amanece.
Te encontré en un choque frente a la cuarta casa,
tenías puesto un echarpe de una lejana galaxia,
al pasar te rocé, te sentí sin gravedad,
y pasé de largo a oscuras a gran velocidad.
La astrología tembló registrando el encuentro,
me dolieron los ojos y el intestino grueso.

Ya era tarde para detenerme, habías pasado de largo,
alcancé a ver tu estela plateada y te perdí en un verano.
Los encuentros astrales son de camas separadas
cuando me estiré en la órbita no te encontré acostada.
La manta que nos abriga es de un solo cometa
Pero los colchones son tantos como tantas las estrellas.
Estoy conciente que entré en tu arena sin permiso
y me echaste tu toro que me corneó los tobillos.
Cuando me puse de pié para clavarle mi estoque
huyó a un burladero, en la mitad de la noche.

Como las Apolo que siempre están en problemas
volamos a la luna en nave sin estela.
En módulos diversos y rumbos separados
desembarcamos, hambrientos, los ojos congelados.
Con manos insensibles juntos tomamos muestras,
con polvo lunar llenamos las probetas.
La undécima casa nos recibió al regreso
caímos al océano, firmes en los asientos.
Aún hoy nos buscamos, perdidos en las aguas.
Vacías las mentes, alambradas las almas.
JH 6/X/2009

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