AROMA DE LOS GITANOS


Oscuro aroma prohibido
que no olvida a ese chico que no olvida...

La penumbra de aquel cuarto de gitanos:
almohadones de lana y terciopelo,
impresos los cabellos de la noche
entre pliegues mórbidos. El olor
de los cueros gastados por el roce de cuerpos;
murmullos eróticos, guitarras
con cintas rojas verdes; ojos negros
por encima del guiso universal, la páprika
sobre la madera y las hojitas de los condimentos
que embriagan la tarde. El vino marrón
y los gruñidos masculinos. En el medio
ese chico rubio de rulos que alza la mano
indicando la edad de sus deseos.
Gitanas gordas, bigotudas,
de dientes amarillos separados,
aprietan suspirando esa cabecita
contra las blusas blancas estiradas,
llenas de tetas de aceituna, fragantes.

Casi un siglo de viajes y de cambios.
El aroma y el chico aun conviven.
JORGE HACKER
Buenos Aires






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